El legendario estadio Candlestick Park, hogar de los 49ers, fue construído en los años 60 y sorprende que estando enclavado en el corazón de la cuna de la tecnología mundial, a sólo kilómetros del Valle del Silicon, haya sido imposible hasta el momento que les construyan un estadio digno.
Los estadios de los Raiders, en Oakland y Chargers, en San Diego, le siguen en edad y ausencia de modernismo. Algo malo pasa en California...
El partido del lunes por la noche, con importancia capital tanto para los locales como para los Steelers de Pittsburgh, estaba a sólo minutos de empezar, con los ojos de 80 mil aficionados y los amanetes de la NFL en el mundo entero sobre ellos. Depronto se escuchó una tremenda explosión y todo fue penumbra.
No era un atentado, no hubo un ataque terrorista, todos estaban ilesos. El transformador madre que alimentaba de energía al vetusto estadio explotó en pedazos y el apagón obligó a tomar medidas de emergencia.
Después de media hora se logró reestablecer le servicio y se hizo la luz, el partido comenzó, pero depronto, en medio del primer tiempo, una vez más la luz se fue y el escenario quedó a oscuras.
Una vez más lograron arreglar el daño y el juego se pudo terminar con un merecido triunfo 20 a 3 de unos 49ers dominantes que hicieron ver pequeño al gigante Steeler.
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Juicer Review (miércoles, 24 abril 2013 13:39)
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